La historia de Guadalajara está riesgo por las débiles estructuras. Si bien, cada vez más son los esfuerzos de autoridades por repoblar el Centro Histórico de Guadalajara en aras de mejorar su imagen, lo cierto es que todavía existe un sector pequeño dentro del polígono en el cual poco o nada pueden influir, puesto que se trata de fincas de particulares en las que el tiempo y el abandono, muchas veces intencionado, han hecho lo suyo.
Transitar por las calles del primer cuadro de la ciudad da al espectador una variada vista que puede ir desde un comercio hasta una vivienda común y corriente, no obstante, en cuestión de pasos el panorama puede cambiar con la presencia de alguna finca sustraída del pasado, donde la historia emana de sus muros, pero son pocas las bien conservadas.
La gran mayoría están deterioradas y sin vida, a las que no han intervenido ya sea por carencia de recursos, por desconocimiento o por falta de interés de sus propietarios y ya, con fines más perversos, esperando a que el agua las derribe, evitando cualquier sanción o multa por autoridades como el Ayuntamiento tapatío y el mismo Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El escenario es grave, «casi todas las que tenemos en estado ruinoso, la gran mayoría son fincas de una antigüedad considerable. Te estoy hablando del 80 por ciento de las de estado ruinoso que tienen algún tipo de protección ya sea por Cultura o ya sea por el INAH, de acuerdo al año en el que se construyeron», platicó Juan Manuel Munguía, Superintendente del Centro Histórico de Guadalajara.
Los desarrolladores, en busca de grandes terrenos, han hecho de esto una práctica común, pero a la vez un mercado depredador, de oferta y demanda.