El Hospital Carilion Franklin Memorial en Rocky Mount, Virginia, está lleno: atiende su cuota de casos de covid-19 y problemas más comunes en esta época del año, como los accidentes de barcos. Pero sus profesionales también tratan a pacientes enfermos por algo engañosamente peligroso: el calor extremo.
Las altas temperaturas en el área están alrededor de los 32 grados Celsius esta semana, pero si se tiene en cuenta la humedad, el calor sube hasta los 40 grados Celsius.
El Hospital Carilion Franklin Memorial en Rocky Mount, Virginia, está lleno: atiende su cuota de casos de covid-19 y problemas más comunes en esta época del año, como los accidentes de barcos. Pero sus profesionales también tratan a pacientes enfermos por algo engañosamente peligroso: el calor extremo.
Las altas temperaturas en el área están alrededor de los 32 grados Celsius esta semana, pero si se tiene en cuenta la humedad, el calor sube hasta los 40 grados Celsius.
«Hemos tenido personas que llegaron aquí hoy después de cortar el césped», señaló este martes la Dra. Stephanie Lareau, médica de emergencias. «Afortunadamente, las prácticas de deportes todavía no han comenzado, por lo que no hemos recibido mucha población joven. Vemos muchos casos relacionados con el calor extremo cuando comienzan las prácticas de fútbol americano», añadió.
De todos los desastres naturales, el calor cobra la mayor cantidad de vidas, según revelan estudios. Y a medida que las temperaturas siguen aumentando por la crisis climática, los científicos anticipan que puede afectar a más personas.
Es más, las olas de calor ya ocurren con mayor frecuencia. En la década de 1960, los estadounidenses sufrían unas dos olas de calor al año, mientras que en la década de 2010 la cifra subió a seis por año, según la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU.