Hace tres años, para ser preciso el 16 de enero de 2019, publicamos en este espacio: “A Gilberto Lorenzo lo perdieron desde el momento de aceptar las indecorosas invitaciones de Ramón Guerrero Martínez. El todavía dirigente debió advertir que esa decisión le puede costar mucho y por lo menos en lo político, ya está pagando sus abonos”.
Días antes de la publicación referida había trascendido, en modo escándalo, que Gilberto Lorenzo cobraba una pensión al Ipejal y al mismo tiempo un salario de “chofer A” en la nómina municipal.
La alusión a “el mochilas”, obedecía al hecho de haber sido quien lo invitó a participar en el Movimiento Ciudadano y gracias a él pudo ser regidor en el trienio 2015-2018. En correspondencia y lealtad, el sindicalista apoyó a Ramón Guerrero en la disputa interna por la candidatura a la alcaldía. Arturo Dávalos les ganó la carrera.
Hoy, trascendió esta semana, Gilberto Lorenzo esta en capilla y ya en la tarde del martes, se daba por hecho que en la asamblea a celebrarse la tarde de este viernes 18 de marzo, anunciaría separarse del cargo. La asamblea general extraordinaria con carácter de “obligatoria, se convocó para las cinco de la tarde pero empezó media hora más tarde. Al medio millar de asistentes, casi todos sin probar alimento al cumplir asistencia de su centro de trabajo al salón del SutSeapal frente a las canchas del Infonavit CTM, para paliar el hambre se les otorgó galletas, sabritas y agua.
Al empezar la asamblea cualquier duda se despejó. Gilberto Lorenzo no se presentada y el químico Isaac Filiberto informó que no acudiría por estar atendiendo su problema jurídico. Entonces, se desbordaron las pasiones. Los trabajadores querían a Lucy pero el químico propuso a un tal “Andrés”. “Arde troya”, nos reportó en tiempo real un amigo. Se trataba de un mal entendido. En realidad, mal escucharon al químico Isaac, el que en efecto, propuso al “teke”, Juan Andrés Aguirre Palacios, actual titular del SutSeapal, en calidad de dirigente regional, cargo que ostentaba el ahora desairado Gilberto. Los 560 sindicalistas a asamblea extraordinaria, de los 1100, en una hora por aclamación eligieron a la nueva “encargada”, Lucía Edith Curiel Peña.
Aunque para muchos es sorpresivo el desenlace, dados los antecedentes ya públicos permitían augurar la película que amenazaba salirse de control. El dirigente de la Federación fr sindicatos de Empleados al Servicio del Estado de Jalisco y sus municipios, también de organismos públicos descentralizados, el químico Isaac Filiberto Sánchez fue quien dió el cerrojazo al decidirse por el sacrificio de una de las piezas claves del sindicato de los burócratas en los últimos 18 años.
Algunas versiones apuntan a una traición jugada a Gilberto pero hay piezas que no encajan en el tablero. Se insinuaba que Lucía Edith Curiel Peña le jugó chueco y había cedido a las presiones que desde la capital se ejercía a Gilberto para obligarlo renunciar al mando. Sin embargo, el grupo que vino de Guadalajara propuso al tal “Andrés” y la base, agritos aclamó a “Lucy”. Fue el momento que “troya ardía”, según a crónica obtenida por el autor.
Un dato poco conocido debió ser clave para el inesperado desenlace. En 2017 Gilberto pidió la llamada “Carta de Pensiones” y retiró todo el dinero de su aportación. Con ello, legal o técnicamente, probablemente cortó de tajo cualquier derecho a la pensión de la que goza hasta sumar casi cinco millones de pesos, según declaraciones del director general del Instituto de Pensiones de Jalisco, Héctor Pizano Ramos.
El dirigente en desgracia, en enero peleó un bono para el personal de Protección Civil pero en el pliego petitorio consideró prestaciones nada fáciles de cubrir y mereció un frenético rechazo del alcalde Luis Michel. En su emplazamiento, basa sus peticiones en un supuesto convenio pactado en la pasada administración. Dada la desproporcional reacción, aderezada con la iniciativa en su contra de investigar su pensión y su sueldo de “chofer A” cabe la posibilidad de que Gilberto cometió un descuido y su apuesta lo tiene en jaque. Puede ser que no haya verificado que el aludido convenio no se registró en el Tribunal del Escalafón; tampoco se conocen evidencia de que el mismo, haya pasado por el pleno del Ayuntamiento para su debida aprobación. Queda también por probar si se publicó o no en la Gaceta Municipal. Todo indica que no se cumplió con estos trámites de ley.
Ahora, respecto a la pensión, hay indicios que permitan concluir que el sindicalista quedó atrapado en mismos los donde tantas batallas libró. Hay por lo menos dos funcionarios del Ipejal, uno de ellos el director de Prestaciones, Enrique Helmut Meyer Mercado, que son sujeto de investigaciones para dilucidar eventuales responsabilidades administrativas o penales.
Decía William Randolph Hearts. Que un político haría cualquier cosa por conservar su puesto. Incluso hasta convertirse en patriota”. En poco menos de dos décadas, Gilberto Lorenzo hiló una regiduría en Cabo Corrientes, también fue secretario general del ayuntamiento allá, todo entre 2006 y 2012. Todo sin dejar las riendas del sindicato. Quiso pero no pudo, en 2012, ser candidato a alcalde por el PRI y luego cedió a los encantos de “el mochilas”.
Ya de regreso al puerto, dedicó todo su tiempo a una extraña iniciativa de manufactura mochilista que incluía “administrar” la nómina que en teoría daría un mejor rendimiento a los salarios, además de un paquete de tentadoras jubilaciones. Entre esas “prestaciones” estaba la jubilación del regidor priista, Adrián “el archi” Méndez y su propia “pensión” de la que públicamente se supo hasta diciembre de 2017. El tentador ofrecimiento mochilista, sueldo de “chofer A” (77 mil pesos mensuales) y aparte la pensión fue irresistible, y del PRI saltó al MC.
Del ocaso del dirigente de los burócratas el jueves supimos que estaba acordado su fin y que Lucy lo sustituiría. Por el modo y la forma, alguien exclamó la frase, “el que a hierro mata a hierro muere”. Ello nos remitía al asalto del sindicato en el lejano 2004, cuando Manuel Galindo Nolasco pidió separarse temporalmente de la secretaría general y dejó como “encargado” a Gilberto. El contador Galindo fue tesorero municipal y cuando se dispuso retomar las riendas, Gilberto se opuso. En enero 2006 ocurrió su primera de seis reelecciones. Hoy, ya defenestrado y sin sindicato, deberá litigar contra quienes pretende obligarlo a devolver, varios millones de pesos.
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